Aleja tu paraguas de estas calles

Aleja tu paraguas de estas calles
y deja que la lluvia desvanezca
tus ansias por volver. Ya la noche negrea
escaparates, mientras
mil adefesios merodean sus plazas.

Absolutas tristezas
usurpan el lugar
de la ciudad caída.

Aleja tu paraguas de estas calles;
cadáveres errantes se amontonan
en semáforos ámbar; depredadas
plegarias deshilvanan a los dioses
sin sentido; desbaratados besos
pasean estaciones de hierro y despedida;
ululan ambulancias su grito giratorio…

Aleja tu paraguas de estas calles
antes que la desolación oculte el arco iris.


                                                           © Carlos Guerrero
Carlos Guerrero (Zamora, 1943) ha obtenido diversas distinciones: premio Martín Carpena de relatos (2001), mención de honor en el segundo concurso internacional de la revista Hybrido (2005), finalista del premio de novela yoescribo.com (2004), finalista del certamen Poemas sin rostro (2007), finalista del premio de poesía Ciudad de Ceuta (2009) y del correspondiente de poesía yoescribo.com de los años 2005 y 2007. Ha colaborado en revistas como Katarsis, de la Universidad de Málaga, Palabras diversas o El Invisible Anillo. Es coautor de la 5ª edición internacional de Sensibilidades (2005), de la antología Gibralfaro (2008) y fundador de la revista de poesía Ámbito. Pertenece al movimiento Poetas del mundo y a la Red de Escritores en Español (REMES). Las horas descontadas (Madrid, Vitruvio, 2010) es el primer libro que publica a título individual.

Olor de luna

Es pólvora quemada el olor de la luna
y misterioso el lánguido caminar en sus cráteres.
A qué huelen tus manos en la luz,
qué perfume sin rostro se refugia en tu noche,
de qué color el sueño cuando del tul, enorme, de la sombra
se derraman los barcos y ahora surcan el mar de este vacío
que me posee y lanza sus aguas a deriva.

La luna sufre, ingrave,
esa ausencia del viento lejano de su forma,
sufre el beso de piedra que azota sus costuras y la marca,
sufre, porque la luz le viene de otra luz.
De dónde bajan ígneos los versos que se acercan,
igual que meteoritos, a bañarse en mis aguas.

Es pólvora quemada este olor de la sangre,
este olor de los labios que arañan como dudas,
este insaciable olor que ahoga y nos incita
cada día a la sed. Todo tiene ese aroma;
difícil es bañarse, igual que un astronauta,
y dejarle al olvido tanto fuego;
difícil es lavar el rostro del que canta
y arrancar los arpegios de su voz;
difícil olvidar lo que ya no es olvido.
Difícil, más difícil que aceptar que la muerte
tenga su olor a pólvora, como tienen los sueños
que se dejan desnudos en las manos.


© Dolors Alberola
                       (De El ojo y el tiempo, 2007)
Dolors Alberola (Sueca, Valencia, 1952) ha publicado, entre otros, los siguientes títulos: Cementerio de Nadas (Madrid, 1998), Conversaciones con Uriel (Cádiz, 2001), El monte trémulo (Barcelona, 2003), El libro negro (Madrid, 2006), Arte de perros (Jerez, 2006), De piedra y sombra. Antología poética (1982-2006) y Del lugar e las piedras (Gijón, 2009).  Galardonada con numerosos premios (Carmen Conde, Bahía de Algeciras, Vila de Martorell, Cálamo, Ernestina de Champourcin, Ciudad de San Fernando, Alonso de Ercilla etc., etc.) su obra ha sido traducida al gallego, catalán, portugués, francés, italiano, árabe, serbio y ruso, y recogida en numerosas antologías: La palabra debida (Sevilla, 2000); Mujeres de carne y verso (Madrid, 2001); Poetisas españolas, antología general, de Luzmaría Jiménez Faro, tomo IV: de 1976 a 2001 (Madrid, 2002), así como en revistas y otras publicaciones.

Viaje al amanecer

                                                                                            A Dolors

DE la aurora, del humo, del rocío.
Imprecisa, la sombra,
febrero en lontananza.
Y tú, hermosa, innombrada -sustantiva,
quiero decir-, inaugurando apenas
ésta del alba, azul, recién regada,
por donde zarpa el día.

Aún opaco el fulgor,  
abre su libro, en blanco, la mañana;
y, alrededor, el mundo, casi en vilo,
es un atril  -tu nombre, en el silencio
paloma todavía, sus sílabas ordena-.

Pero llegas, cruzando el planisferio,
como un inesperado navío, cuyo nombre
-el  tuyo-,
aroma en las pupilas, tal vez nube,
va abriéndome, despacio, los postigos.


                                                        © Domingo F. Faílde

Domingo F. Faílde (Linares, Jaén, 1948) es autor de una veintena de títulos, entre los que destacan Materia de amor (Barcelona, Rondas, 1979), Cinco cantos a Himilce (La Carolina, La Peñuela, 1982), Patente de corso (Algeciras, Cuadernos de Al-Ándalus, 1986), De lo incierto y sus brasas (Valdepeñas, Juan Alcaide, 1989), Náufrago de la lluvia (Alicante, Aguaclara,  1995), Manual de afligidos (León, Ed. del Excmo. Ayuntamiento, 1995), La noche calcinada (Almería, Batarro, 1996), La Cueva del Lobo (Jaén, Diputación Provincial, 1996), Elogio de las tinieblas (Córdoba, Los Cuadernos de Sandua, 1999), Conjunto vacío (Málaga, Puerta del mar, 1999), Testamento de Náufrago. Antología poética ,1979-2000 (Jaén, Diputación Provincial, 2002), Decomo. En colaboración con Dolors Alberola (Gijón, Cálamo,  2004), El resplandor sombrío (Granada, Alhulia, 2005), Las sábanas del mar (Málaga, Ancha del Carmen, 2005), La sombra del celindo (Jerez de la Frontera, EH Editores, 2006), Región de los hielos perpetuos (Madrid, Vitruvio, 2008) y Retrato de Heterónimo (Rute, Ánfora Nova, 2008).
            Su obra ha sido recogida en diversas antologías, entre ellas - Poetas jiennenses, de Juan M. Molina Damiani (1983), Entre el sueño y la realidad. Conversaciones con poetas andaluces, de Rafael Vargas (1992), - Plateado Jaén, de Antonio Rodríguez Jiménez (1996), Elogio de la Diferencia. Antología consultada de poetas no clónicos, de Antonio Rodríguez Jiménez (1997), ...Y el Sur. La singularidad en la poesía andaluza actual, de José García Pérez (1997), De lo imposible a lo verdadero. Poesía española 1965-2000,  de Antonio Garrido Moraga (2000), Poesía andaluza en libertad. Una aproximación antológica a los poetas andaluces del último cuarto de siglo. Por Antonio García Velasco, Francisco Morales Lomas, José Sarria Cuevas y Alberto Torés García (2001), La línea interior. Antología de poesía andaluza contemporánea. Por Pedro Rodríguez Pacheco (2001),  Poesía española (1975-2001) por Alberto Torés (2002) y Entre el XX y el XXI. Antología poética andaluza, de Francisco Morales Lomas (2009).

La lluvia me acompaña

La lluvia me acompaña en el silencio
de la noche que escribe sustantivos
en mi cuerpo de arena.

El frío de las calles
dibuja verbos lúdicos
en los escaparates de las tiendas.

Los pronombres recuerdan la distancia
en los parques amados por la bruma.
Y hay sueños en el aire
sumergidos en pájaros
que desertan de mundos desolados.

Los adjetivos saben de lo oscuro
que vuela en la nostalgia
de los portales ebrios
y respiran el pánico de la ciudad desnuda.

Hay adverbios en lonjas y garajes
que flotan en los charcos
y miran los espejos
de la gente
avanzando hacia la nada.

Artículos que espían la memoria
se fuman un cigarro
en los cafés noctámbulos.

Conjunciones humildes
inician trayectorias incesantes
con las diosas metáforas del viento.

La música del agua
entona la canción del mediodía
y engarza con sigilo
preposiciones cálidas con labios.

En paseos sin rumbo
van danzando entre árboles del norte
interjecciones lágrimas de lodo.


                                               © Ana Muela Sopeña
Ana Muela Sopeña (Bilbao, en 1961) ha participado en diversas antologías de Internet como Arte poética: http://www.artepoetica.net  dirigida por el poeta salvadoreño André Cruchaga. También en revistas digitales. Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués por el poeta brasileño Damiao Cavalcanti. Una amplia muestra de su poesía ha sido traducida al catalán por el poeta valenciano Pere Bessó. Publica su poesía en el blog http://www.laberintodelluvia.com. Ha participado en dos antologías (formato papel):  la primera, dirigida por Javier Pérez Ayala y la segunda dirigida por Felipe Fuentes (de próxima aparición).

Dos haikus

GÒTIC SUBTERRANI
 
                         Per a Toni Contreras Benlloch
 
Incita l’assot
(mentre llig els freak brothers).
Rovella la sang.
 
 
 
GÓTICO SUBTERRÁNEO
 
                         Para Toni Contreras Benlloch
 
Incita al azote
(mientras lee a los freak brothers).
Mohece la sangre.
 
 
 
 
 
PETITS VICIS
 
                     
                         Per a l’Encarna Sant-Celoni
                                  
 
 
Voltes, voltes, voltes,
Cadufs del boig del tossal.
La sínia dorm.
 
 
 
PEQUEÑOS VICIOS
 
                     
                         Para Encarna Sant-Celoni
                                  
 
 
Vueltas, vueltas y vueltas,
arcaduces del loco de la loma.
Duerme la noria.
 
 
                                      © Pere Bessó
                                          (de Llibre dels haikus, 2010)
Pere Bessó (València, 1951). Licenciado en Filología Moderna. Catedrático de Lengua y Literatura Españolas en el IB de Mislata. Publicó, inicialmente en castellano, una plaquette Cenáculo de Sombras (1972) y un poemario, Imágenes (1976) . Dirigió la revista "Múrice" y codirigió la colección de poesía Lindes. Ha publicado Herbolari de silencis (Miniatures de Lindes, 1978), Mediterrània (Premi Pasqual Assins i Lerma, ed. Vila de Catarroja, 1979), L'Alter Ego (Ed. Fernando Torres, 1980), Una Estança a Alessandria (Premi Ausiàs March-Senyoriu de Beniarjó, 1982, Ed. El Cingle, 1983), Prims Homenatges (Iº Accèssit del "Vicent Andrés EstelIés", 1979. Ed. 3i4, 1984), Les llimes de la Vosgiana (Ed. de la Guerra, 1987), Pagaràs els ous de cugul (Premi Ausiàs March-Aj. de Gandia, 1987. Ed. 62, 1988), La Terra Promesa (Ed. Bromera, 1989) Planetari (Ed. La Forest d´Arana”, nº 25, València, 1992), Iteràncies, interferències i grafitis (1993-1994) (2on Premi II Certamen de Poesia “Vicent Andrés Estellés”, Burjassot 1995, Ed. Bromera, 1997), Minimals (Premi IX edició dels Premis de Literatura Breu, Vila de Mislata, ed. Ajuntament de Mislata, 1999), Narcís de la memòria [Premi Vicent Andrés Estellés XXIX Premis Octubre, 2000, ed. Eliseu Climent , col. Poesia 3i4, nº 104, 2000], Premi de la Critica de l’IIFV [Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana] (2000), El pou de la set que no assacia (Russafes Nº 1, Rialla Ed, 2005), El Quadern de Malta, edición bilingüe castellano-catalán (Ed. Libros de Alejandría, Buenos Aires, 2006) y Només per a dones” (XII Premi Josep Maria Ribelles, Vila de Puçol, 2008)...

Perra vida

No tengo amor ni hambre,
ni siquiera,
habito ya tu instinto o tu deseo.
Temo, en esas soledades
de ida y vuelta,
encontrarme tus versos o mis besos,
que me huyas,
como los tordos huyen cuando llegan,
las blancas golondrinas del verano.

Sólo mi perro sabe
del aullido silente de una casa vacía.
Mi perro,
que a bien tuvo adoptarme, sabiendo,
-¡Soberbio compañero!-
que, tal vez, no le viva doce años.


                                               © María Romero
María Romero, nacida en Villamartín, Cádiz, desde los diez años reside en Zaragoza, cuya Diputación le editó Alijos Poéticos. Ha colaborado en varios libros colectivos, en radio, revistas y otras publicaciones.

Desvivirse por vivir

 Desvivirse por vivir
                                     lo no vivido,
sin modales de cordura
ni incendiable beatitud,
tan solo un accidente de lascivia
en la suerte secreta de unos pechos.
Porque detrás de cada cremallera
hay un seísmo rizado en la garganta
y un palco en la tribuna del desorden.

Desvivirse por vivir
                                    lo mal vivido,
                                    por amar lo desamado,
sin asfixia de abandonos
ni seguros de indigencia.

Es justo desvivirse por vivir
si jugando a las prendas tus preguntas
nos revelan el rumbo kamikaze
del beso más nervioso en su emprendida.
Que no peque el amor de sobrepeso
ni venga a ser la soledad
el infarto de un dios estremecido
al que mató de un susto la pobreza.

Si el otoño alguna vez
se equivoca en tus ojos de sandalias
que el corazón no justifique
suicidios en legítima defensa...
Si multan nuestras aves a las nubes
por exceso de lluvia en su equipaje,
un delirio quizás eduque al alba
sin que muera el amor en las cunetas.

Desvivirse por vivir
                                   lo no vivido
                                   para una vida es sólo suficiente
si no se aburre el mar en tus pestañas.

              
                                                    © Carmen Sáiz Neupaver

M. CARMEN SÁIZ NEUPAVER nació en Jerez de la Frontera (Septiembre, 1979), ciudad donde reside actualmente. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Cádiz y su temprano interés por la poesía le ha llevado a obtener, entre otros, el Premio Internacional de Sonetos Bruno Alzola García,  Premio en el Concurso de Expresión Joven de 2007 en Jerez, por el poema “Atada por amor, amoratada” y Primer Premio en el VIII Certamen Pilar Paz Pasamar en el Año 2008, por la obra “Bajo el relente”. Es reseñable también su participación en el Taller Poético de Dolors Alberola así como la intervención en diversos recitales de poesía y su aportación poética a la Revista literaria El Síndrome felino.

Amores tan rotos como perdidos

Cuando el amor es un vil asesino,
y arremete contra su Desdémona
entre cuchillos arrebatados de celos
y pasiones oscurantistas de rabia,
se concentra una amalgama de desatadas
lujurias… de prohibitiva y delictiva matanza

Sensaciones y poderes imperiales… sin trabas

Roma… El amor a la inversa...y ROTO

Sucumbes al reinado indecente... Babilonia

Imperio en decadencia y abatido por el otro…

Rupturas de los abrazos …
Enemigos violentamente enamorados

Impudicia…

Arrobadas desnudeces
de las agresiones locas

Mudanza de los deseos de la carne
en contundentes violaciones y crímenes
de sangre ruborizada por el desvarío de los amantes

Pendenciera sombra que amordaza
las verdaderas fuentes amatorias
Los cursos y las corrientes de los ríos
que buscan el mar
…obligatoriamente sumisos

Contundentes malversaciones de las caricias
convirtiéndose
en puñaladas fugitivas de la cárcel
como impotencia sensual…
… Sexo aniquilado…y furtivo

Demencia
…Incongruencia en el delirio…
Tango…

Irreverencias frente al cálculo improvisado
de un amor excesivamente santo

Inconexos… Explícitos…
Cobardes insultándose a besos…
Oraciones aberrantes

Robo… Alevosía… Morbidez inadecuada…
Prevaricación frente a la furcia indecencia

Amor… cómo naciste tan loco… cómo pudiste suplantar
a la cordura sin castigo

Te comprendo... amigo…
Yo también he sido perseguida
por la imprudencia de amar…
pero no mato… me entrego… me rindo…
sucumbo sin remedio al eterno suicidio

Pernocta en mi interior la absurda sospecha
de que amarse entre dos... es un trío
El espectro de la insuficiencia amatoria
está siempre presente…
Yo exijo... Tú fallas

El hueco… el vacío... el inexistente amparo de Dios
en el lecho mortuorio del vivo

Vacante asilo del apátrida sin nido
… Exilio…
Farándula trágica de lo que en el fondo
tan sólo es dramático o cómico…
Reliquias desenterradas
que como fósiles arcaicos
resucitan en zombis
… Karma…
Pasado irresoluto
… Maltrato…

Huye de este eje siniestro
que sólo te deparará la muerte
… Julieta…

Pobre Romeo…
tan decidido a rescatarte
de tu estrategia de amante
y ...contrariamente... tan inoportuno…
como el mismísimo veneno…


                                                           © Rosa Iglesias

La bella conquista de la mujer

Hace tiempo que llegaste a la ciudad,
y aún te sigue golpeando
en el corazón su libertad desbocada.

Te levantabas apenas amanecía
y te dirigías a la Ciudad Universitaria
entre arriates de rosas
y hojas pardas por el suelo.
Siempre te gustó caminar sola.
Te entusiasmaba saborear la compañía del silencio.
Incluso escuchabas extasiada aquella música
que de niña nunca llegaste a comprender,
y que, entonces, te llegó enmarcada en la figura de tu padre
apretando los labios con las cadencias de Bach.
Y como los pechos te crecían y te crecían de respirar
todos los aires libres que llegaban a tu buhardilla,
salías a pasear, despreocupada, por las largas avenidas
con amplios y esbeltos pasos de modelo,
mirando en las lunas de los escaparates tu sonrisa burlona,
aquella que te proporcionaba lo que quedó difuso tras de ti.
Y te venían a la memoria aquellos versos rimados en aguda
que a tus quince años habías dedicado a tus profesores
y a tus sueños lejanos, e intentaste, dado que tu cuerpo
iba acumulando más noches de insomnios y abrazos,
escribir versos blancos con sabor a praderas de Arizona.
Y a diario, cuando los gorriones saltaban
y picoteaban en tu alféizar, hacías yoga
para conservar la elasticidad de tus muslos
y poder respirar por entre la densa niebla de la ciudad.
Y acariciabas la tersura de tu vientre y de tus senos
sin pensar en la muerte, sintiéndote eterna
por haber dejado atrás todos los edipos de la infancia,
convencida de poder iluminar tu auténtico espejo interior,
aquel que por vergüenza o miedo
nunca llegaste a sacar del bolso pero que ya había fijado
la verdadera imagen de ti, la que siempre quisiste tener.
El olor al tinte de tu madre, el pueblo y los amigos,
fuiste poco a poco divisándolos con los prismáticos
al revés, y esa perspectiva, te fue proporcionando el suficiente
coraje para romper con todas las lianas de papillas.
Y cuando ibas al cine, al teatro o a un concierto,
cruzabas la mirada con chicos silenciosos como tú,
mas al llegar la noche, de nuevo te convertías
en esa diosa solitaria que sólo sabe amar
más allá de las estrellas y del espacio de la luna.

No cabe duda, aquellos otoño, con sus aroma de sierra
por los metros y bocacalles, fue tu época dorada.
Y quisiste retenerla, en el preciso instante
que la órbita de los años caminaba cuesta
arriba por las avenidas de tonos grises, cuesta
abajo trayendo las tormentas y el frío
de las azules montañas que divisabas en la lejanía.
Esa grata soledad de escribir cascadas de versos
cuando la ciudad cerraba los ojos y dormía,
ahora te hiela el lecho con truenos y relámpagos,
y cuando despiertas notas que te vas pareciendo
cada día, cada mes, cada impulso, cada latido
-como un hecho inexorable-, a tus padres.
Pasado el tiempo, con la nitidez de la conciencia.
Y lloras, lloras como nunca lo habías hecho
por las paredes con graffitis de los suburbanos,
hasta vaciar las heridas del color de la sangre.
Incluso, has llegado a creer que saldrías derrotada
por las inclemencias que la edad coloca
en cada uno de los áticos donde se acaricia el cielo.
Y, sin embargo, hoy cumples tantas metas
como años anidaste por las terrazas de los bulevares,
y, se diría, que ya posees el gesto propio de caminar
con las puntas rectas de tus zapatos,
y que, como tú habías soñado, ese gesto ya es tuyo
para siempre, hasta el fin de la película de tu vida.

                                            © Mariano Rivera Cross
                                               (Del libro inédito OCCIDENTE CUMPLE  AÑOS)



Mariano Rivera Cross (Jerez de la Frontera, 1945), licenciado en literatura hispánica por la Universidad Complutense de Madrid; catedrático de literatura en el IES Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Ha publicado las novelas Dulce virus de la transición , La parrila invertida y Sofonisba Anguissola, una pintora italiana en la corte de Felipe II; los libros de poesía Siluetas verticales, Dioses y héroes en retirada, El cielo que nunca habló y El software de la inmortalidad ; y los libros de teatro Offmóvil I, II y III (Añicosmos y Entremesiglos).